Una búsqueda rápida en línea reveló que en el Antiguo Testamento la expresión: “y vino la Palabra del Señor” es usada noventa y tres veces en la versión “New American Standard Bible” (Nueva Versión Estándar Americana). Comenzando con Abram en Génesis 15 y finalizando en Zacarías, el último libro antes de iniciar el Nuevo Testamento. La descripción de este tipo de comunicación cambió del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento, pero la comunicación personal por parte del Señor no se retira ni se vuelve obsoleta. En todo el Antiguo Testamento vemos que así sucede con los profetas y con los grandes personajes. En el Nuevo Testamento, LA PALABRA, El mismo, CAMINO literalmente hacia nosotros como Cristo Jesús en forma de hombre, por lo tanto, Su comunicación se vuelve totalmente más personal, directa y uno a uno.
Nada puede ni debe reemplazar este fenómeno, la Palabra del Señor, tanto es necesaria en forma escrita como también es necesaria en nuestras vidas. Esto va tanto a lo específico como a lo personal, contiene las promesas y dirección que tu y yo necesitaremos de manera personal. A menudo, en mi vida, la “palabra del Señor” ha llegado a través de las Escrituras, algunas palabras con las que estaba familiarizado y otras que nunca había escuchado. Ha habido innumerables ocasiones en que el Espíritu Santo ha destacado y enfatizado las Escrituras dándoles un significado especial y actual en momentos importantes.
La voz directa, individual y personal del Señor puede contener guianza que te pudiera mantener vivo durante una hambruna, una guerra u otras circunstancias en las que otros no son tan afortunados. También te guiará en tu contribución al propósito de tu vida incluyendo cada una de sus etapas, giros y cambios. Su voz puede llevarte a dar el máximo de ti mismo en obediencia, como también lo hizo el Señor mismo y muchos de los héroes de la fe que nos han precedido.
Hoy estamos invitados a una relación viva y a una interacción y colaboración diaria con la misma PALABRA, a través de esta relación El nos guía y nos dirige personal e íntimamente. Tal es la oportunidad indescriptible, la puerta abierta, que Jesús nos ha abierto a nosotros algo que los hombres, mujeres y niños del Antiguo Testamento anticiparon, pero que solo vieron desde la distancia. ¿Qué nos invitando a construir, a crear, a establecer y ofrecer el día de hoy? Podemos estar seguros de que lo que nace de Dios vence al mundo y estamos llamados a ser uno con El. Te animo a no solo buscar crecer en esta relación, sino también a escuchar y a obedecer la Palabra que recibas de parte del Señor.